miércoles, 20 de enero de 2016

La condesa de Cagliostro



Después de salvar de una muerte segura a Josephine Pellegrini Balsamo, condesa de Cagliostro, y de enamorarse perdidamente de ella, Arsenio Lupin, un seductor de primer orden, un amante de la belleza femenima y de la buena vida sin par, se ve envuelto en una trepidante aventura que hunde sus raíces en lo más profundo de la historia de Francia y que le enfrenta al primero de los grandes enigmas de su carrera: el candelabro de siete brazos, asociado a su vez a un mítico tesoro perdido.Con tan sólo veinte años, Arsenio Lupin emprende en esta divertida y emocionante novela una carrera brillante en el gremio de los ladrones de guante blanco, que le llevará a convertirse en el enemigo público número 1 de la Francia de principios del siglo XX.




La condesa de Cagliostro es una impostora, embaucadora, seductora, además de bella y sobretodo una gran ladrona que, intentando robar unos valiosos objetos, se topa con un joven y apuesto muchacho. Él, de nombre Raúl aunque conocido como Arsene Lupin, es habilidoso utilizando sus manos, y su inteligencia, para robar. Los dos acabarán enamorándose a pesar de que ambos ansían lo mismo.

LeBlanc y su bigotón

En un primer momento esperaba una novela de aventuras de esta La condesa de Cagliostro, pero la mayoría del relato se centra en los tiras y aflojas de la relación casi tóxica y peligrosa que mantienen la condesa y Lupin. Es sin duda una suerte de novela romántica, casi de época, de amor, desamor y venganzas. Este tramo a pesar de tener una gran prosa, en ocasiones casi poética y no demasiado engorrosa, se me hizo bastante pesada y extensa. Por suerte todo este largo preludio lleva a una gran aventura, un enfrentamiento de ladrones que sin ser épico resulta en momentos muy entretenido. Además Maurice LeBlanc, el autor, va moldeando poco a poco la personalidad de este joven Lupin que ya apunta maneras para convertirse en uno de los ladrones de guante blanco más famosos del mundo, y sin olvidar a esa magnifica y pérfida condesa.



Son sin duda las últimas veinte páginas las que consiguieron engancharme, tardíamente pero lo hicieron de tal forma y manera y llevándome a un final tan explosivo que, digámoslo claramente: por narices me leeré el próximo libro en el que la Cagliostro aparece para encontrar un Fin después del Continuará que me dejó La condesa de Cagliostro.

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