lunes, 24 de marzo de 2014

La invención de Hugo Cabret




Huérfano, relojero y ladrón, Hugo vive entre los muros de una ajetreada estación parisina de ferrocarriles. Si quiere sobrevivir, nadie debe saber de su existencia. Sin embargo, un día tiene un descuido y es descubierto por una excéntrica chica, amante de los libros y por un viejo y amargado juguetero. Y ya nada será como antes.




Hugo Cabret perdió a su padre en un incendio y el único recuerdo que tiene de él es un extraño autómata que está estropeado. Hugo está obsesionado con arreglarlo, cree que cuando repare el muñeco éste será capaz de enviarle un mensaje de su padre. Por ese motivo Hugo roba piezas que utiliza posteriormente para reparar el autómata. En uno de esos actos de latrocinio Hugo es descubierto por un extraño juguetero que no es quien dice ser.
Al empezar La invención de Hugo Cabret tuve la sensación de estar leyendo la versión más infantil de Oliver Twist. A medida que iba leyendo toda comparación con la vida del ladronzuelo creado por Charles Dickens fue desapareciendo y dejando paso a una novela con más misterio y con un aire sumamente melancólico. Pero La invención de Hugo Cabret vende más misterio del que realmente va a dar y eso al final resulta decepcionante. Y es que el libro apenas tiene historia y la que tiene es insulsa; aunque, por otro lado sí hay un bonito homenaje a los tempranos inicios del cine. Los personajes tampoco son un derroche de originalidad y es difícil sentir un poco de aprecio o interés por alguno de ellos.  
El libro viene acompañado de ilustraciones realizadas por el propio autor (Brian Selznick) o incluso por fotografías. En este caso las ilustraciones no son un simple acompañamiento de la prosa sino que son parte de la historia, una forma más de narración estilo storyboard del cine que ayuda de sobremanera a que la historia sea algo más ágil.. La ilustraciones son sencillas, a la par que enormes y bonitas; todas ellas en blanco y negro. La edición del libro es impecable además de fastuosa y casi consigue que valorara al libro por sus tapas.



La invención de Hugo Cabret es un libro sobrevalorado que goza de una gran atmósfera, pero en un libro eso solo sabe a poco.

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