miércoles, 22 de mayo de 2013

Aventuras de un oficinista japonés



¡Perros voladores! ¡Yakuzas! ¡Sushi gisante! ¡Amistosos animales del bosque! ¡Familias caníbales! ¡Moteles de carretera convertidos en nidos de amor! ¡Yetis! ¡Civilizaciones olvidadas! ¡Fantasmas japoneses! ¡Revueltas populares! ¡Monstruos mutantes! ¡Esqueletos! ¡Brujas! ¡Un meteorito de chicle! ¡Y una sucursal de correos llevada por una orden satánica!
¡Nunca fue tan difícil volver a casa después del trabajo!

En Aventuras de un oficinista japonés el protagonista, como no podía ser de otra forma, es un pobre oficinista (de cabeza enorme y cuadrada y maletita siempre en la mano) que abandona su lugar de trabajo e intenta llegar a casa. Y digo intenta ya que por el camino un sinfín de seres y situaciones absurdas lo convertirán en una especie de Odiseo intentado llegar a su Ítaca particular. 
Las situaciones llegan a ser de un absurdo que rayan la genialidad, ya sean por su humor, por el gore (que lo hay pero siempre con humor) o por, incluso, lo épico. En algunos momentos no he podido dejar de pensar en José Domingo (el autor) consumiendo algunas substancias de dudosa legalidad como hacían y hacen muchos genios para maximizar su potencial imaginativo. Aunque, por lo que tengo entendido, lo suyo viene de serie.



Aventuras de un oficinista japonés está narrada con un plano secuencial fijo en el que en el centro siempre encontraremos a nuestro pequeño héroe. Cuatro viñetas en cada página (salvo alguna excepción) de enormes proporciones para no perder detalle y todas en perspectiva isométrica.
En cada viñeta del cómic podremos disfrutar de la minuciosidad del autor por los detalles (que no son pocos), así que no es de extrañar que con el dedo vayamos buscando, como si de un libro de Wally se tratara, todos y cada uno de esos personajes extraños que por allí pululan y evolucionan.
La única pega que tiene es además uno de sus puntos fuertes. En la historia no hay ni un solo bocadillo, ni una sola letra (exceptuando las onomatopeyas) así pues el cómic se puede "leer" de un tirón y hacerse muy corto, pero al no tener que leer nada se puede volver a releer una y otra vez hasta quedar atrapados en un bucle infinito.



Aventuras de un oficinista japonés es uno de esas rarezas en el mundo del cómic a la que vale la pena acercarse. Ya sea por su extraña y alocada historia, por el diseño único e incomparable de los personajes o por esas viñetas atiborradas de pequeños detalles que pueden convertirse en puro entretenimiento visual.

1 comentario:

  1. Curioso el cómic. Me recuerda a aquellos viejos juegos del Spectrum como el Knight Lore, que se jugaban de manera tridimensional, y que a mediados de los 80 eran una novedad, pero dificilillos de manejar, debido a la posición visual. Es increible el trabajo que se ha tomado el dibujante para algo que veremos solo duranyte unos segundos. Gracias por compartir la noticia.

    Saludos.

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